En cinco años de trabajo, la Red Ciudadana de la Colonia Zibatá ha tenido que sortear diferentes desafíos. Primero, delinear nuestra estructura; después, ser reconocida por el desarrollador Supraterra; luego, posicionarnos y ganarnos el respeto de las entidades con las que interactuamos; y también, como es natural, combatir la guerra sucia de los detractores, que nunca faltan. Los desafíos siempre estarán presentes, pues reflejan la tensión natural entre lo negativo y lo positivo, es parte de la realidad misma, por lo que no nos asustan, tan solo nos ocupan creativamente. Sin embargo, de entre todos los desafíos existentes, hay uno prioritariamente importante para la Red Ciudadana: la indiferencia del ciudadano contemporáneo.
A decir de filósofos y sociólogos, el ciudadano global experimenta emociones derivadas de un resentimiento profundo, con causas incuestionables: le han fallado los políticos, le han fallado los modelos económicos, le han fallado los líderes religiosos, le han fallado los modelos educativos, le han fallado las empresas contaminantes y depredadoras, y en general, le ha fallado todo tipo de liderazgo. El ciudadano contemporáneo ya no cree en nada ni en nadie, y como consecuencia natural, se rebela a través de la indiferencia.
Ciertamente, nadie puede debatirle a este ciudadano su malestar, su decepción, su frustración y su desesperanza; pero, tampoco pueden esperar él o ella que, desde su indiferencia, el mundo encuentre cauce nuevamente, hacia un camino de reconstrucción.
La gente suele creer que mudarse de un entorno viejo y caótico a uno nuevo y bello, será suficiente para hacer un “borrón y cuenta nueva”, sin darse cuenta que el caos no sólo viaja con algunas personas y sus menajes, sino que, además, la depredación siempre está al acecho de nuevos asentamientos. Pretender protegernos de ello bajo el manto de la indiferencia es tanto como pretender escondernos del olfato de un lobo, tras un arbusto.
Esta indiferencia rebelde se está proyectando en un comportamiento peligroso: el autoengaño. Ante la aparición de un mal, se niega la evidencia; ante la verdad, se defiende la mentira; y ante las ineficiencias, se acepta la simulación. ¿Por qué?
A este autoengaño se suma otro comportamiento peligroso: la evasión. El ciudadano contemporáneo ha encontrado la manera de evadirse tras el anonimato y la disolución de compromiso que le ofrecen las redes sociales, donde sí participa activamente, para no perder esa esencia social tan característica de la especie humana, pero donde también se escinde de cualquier responsabilidad que el “estar físicamente presente” le signifique.
La Red Ciudadana de la Colonia Zibatá ha insistido en señalar que la verdadera protección para nuestra seguridad y bienestar vendrá de la organización vecinal interna, no de autoridades gubernamentales, administrativas o empresas de seguridad que, al margen de sus eficiencias o deficiencias, no tienen un interés real en cuidarnos.
Si bien la rebeldía del ciudadano contemporáneo es comprensible, el autoengaño y la evasión, tarde o temprano, acabarán cobrándole un precio muy alto a las comunidades donde esté inserto. Es tiempo de despertar, estar alertas y participar con responsabilidad.
Por un Zibatá de orden y respeto, mejoremos nuestro nivel de conciencia.
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