Miles de reflexiones diversas circulan estos días por las redes sociales. La pandemia del Coronavirus ha dinamizado las conciencias, y eso es muy positivo. Ni duda cabe de que toda crisis genera oportunidades, y todas aquéllas enfocadas al crecimiento y desarrollo del ser humano son bienvenidas. Las familias tendrán la oportunidad de convivir mayormente al interior de sus hogares, y las muchas áreas productivas encontrarán el necesario empujón para crear, mejorar e innovar productos, procesos y estrategias. Siempre cae bien salir de la zona “cómoda” o salir “de la caja” para mirar otras perspectivas, aunque ello nos implique lidiar con molestias, pérdidas y temor a lo desconocido.
Los cambios, tan naturales como cíclicos, acaban empujando al hombre a desarrollar habilidades para adaptarse y sacar el mejor provecho de las nuevas circunstancias, lo cual
siempre potencializa saltos evolutivos. Pero si bien estas consecuencias positivas se apreciarán en lo general, ciertamente habrá pérdidas que lamentar en lo particular, para las cuales habremos de ser sensibles.
En este contexto, es loable que hayan surgido pronunciamientos sociales a favor de apoyar a los micro y pequeños negocios tanto como a los adultos mayores con necesidad de trabajo, pues sin duda serán los primeros que resientan el impacto; pero conforme la recesión económica global se recrudezca, las pérdidas y necesidades irán incrementándose y alcanzando otros sectores sociales. Es por esta razón que cabe hacer un exhorto a la solidaridad vecinal, pues una comunidad empática siempre será un bálsamo en momentos difíciles.
Así como la pandemia está llevando a los gobiernos a dictar medidas de previsión y contención diversas, también la inminente recesión empujará restricciones de abasto para las cuales habrá que prepararse. Por el momento, el primer y fundamental paso es fortalecer nuestra organización comunitaria, y la mejor manera de hacerlo es de lo particular a lo general.
Recordemos que la fortaleza de nuestra comunidad dependerá de la suma de privadas y condominios bien organizados.
A continuación algunas sugerencias:
- Interesémonos por conocer a nuestros vecinos. ¿Cómo podremos ayudarnos si ni siquiera sabemos quién es la familia que acaba de mudarse en nuestra calle?
- Organicémonos de manera celular. Siempre es más fácil que se pongan de acuerdo 10 vecinos que 100; si formamos células por un número determinado de casas o por calle, será más fácil participar y hacernos escuchar. Cada célula puede tener un representante, y entre representantes tomar acuerdos en beneficio de todos.
- Asegurémonos de contar con una comunicación efectiva protocolizada, para evitar la intrusión y distracción de mensajes inútiles. Casi todos los chats vecinales tienen reglas; revisen que estén siendo eficientes, para fines prácticos.
- Al no poder reunirnos en juntas presenciales, organicemos juntas virtuales. Hoy hay muchas plataformas digitales disponibles que facilitan esta tarea, aprovechémoslas.
No permitamos que la contingencia suspenda o interrumpa los esfuerzos de organización y comunicación comunitaria que hemos venido realizando al interior de nuestros cotos. Si bien esta pandemia está elevando el nivel de conciencia social en lo general, también nos permite prever necesidades futuras en lo particular, para responder de manera oportuna y eficaz ante una contingencia.
Por un Zibatá de orden y respeto, mejoremos nuestro nivel de conciencia.
Artículo publicado en marzo de 2020.
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