¿Has contado cuántas glorietas tenemos en Zibatá? No menos de diez y las que faltan. Todos los días circulamos alrededor de por lo menos cuatro de ellas, ¿no es cierto? Y también todos los días, algún pensamiento nos arranca algo que sucede en ellas: un peatón, un conductor, una reparación, un alcance vehicular, etcétera. Por ello, en esta ocasión hemos decidido dedicarles un momento de reflexión.
Sin duda, las glorietas forman parte del paisaje urbano armonioso de nuestro fraccionamiento, pero por encima de ello tienen una función mucha más importante que es la de armonizar la distribución vial de las avenidas que convergen en ellas. Una glorieta grande con varios carriles, como la icónica del Ángel de la Independencia en la Ciudad de México, siempre intimida a los conductores, pero aún las más pequeñas como las que tenemos en Zibatá son motivo de momentos de confusión para muchos. Por ello, los reglamentos de tránsito de todas las entidades federativas las consideran, obsequiándoles una regla sencilla y clara: el vehículo que circula en una glorieta tiene preferencia de paso. La razón de esta regla pudiera ser obvia, pero la práctica común nos dice que no lo es para muchos.
En primer lugar, la circulación vehicular en una glorieta debe ser fluida porque debe repartir el tránsito rápidamente entre las avenidas convergentes; de no ser así, la glorieta se saturaría rápidamente ocasionando un tapón a la circulación misma. En segundo lugar, en muchas de ellas se pierde la visibilidad por los ornatos al centro, por lo que el conductor pierde visibilidad respecto a los vehículos que tiene adelante, y si alguno está detenido, fácilmente puede impactarlo.
Esta regla no sólo debe ser observada por los conductores sino también por los peatones, pues en ellos también debe caber la prudencia para cruzar la calle. Hemos observado dos circunstancias comunes: a veces se detiene un conductor que circula en la glorieta para correrle la cortesía a algún peatón; pero otras veces, el conductor se tiene que detener sorpresivamente, porque el peatón se cruza sin prudencia. ¿Qué pasaría si el automóvil que viene detrás no logra frenar? Para empezar, puede ocasionar una carambola, pero peor aún, el impacto de los automóviles puede alcanzar al peatón por inercia. Por tal razón, no es conveniente que los peatones crucen al centro de la glorieta, a no ser que ésta tenga absoluta visibilidad.
Habrán notado que en algunas glorietas se han colocado topes en las avenidas cuyo tránsito se incorpora a la glorieta, con la intención de obligarles a hacer alto total para dar prioridad a los vehículos que circulan en ella. Es en ese punto donde los peatones pueden cruzar, al momento en que los vehículos se detienen. Pero, como ese tope no se puede colocar en las avenidas que reciben el tránsito de la glorieta, entonces el peatón deberá esperar pacientemente hasta que no vengan automóviles de la misma, entendiendo que no puede corrérsele la cortesía, por seguridad de todos.
Por lo tanto, seamos prudentes, tanto conductores como peatones, y contribuyamos todos a disminuir los impactos por alcance, sobre todo, evitemos lamentar algún atropellamiento.
Por un Zibatá de orden y respeto, mejoremos nuestro nivel de conciencia.
Artículo publicado en octubre de 2022.
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